Hay temas que uno simplemente estudia y otros que despiertan algo más profundo, casi como una obsesión saludable. Para mí, eso está pasando con el Big Data. No solo me interesa: me parece una de las cosas más emocionantes que existen en el mundo actual, siempre me ha llamado la atención cómo detrás de cada número puede existir una historia, un patrón, algo que nadie más vio y eso es justamente lo que me tiene tan enganchado con el Big Data, la capacidad de transformar algo tan abstracto como datos crudos en respuestas reales, en decisiones, en acción.
Me maravilla ver cómo, a partir de simples registros, se puede predecir una tendencia que permita mejora la logística de una empresa o incluso detectar riesgos antes de que ocurran, si me preguntan es igual a tener un superpoder… pero uno que se construye con lógica, curiosidad y buenas herramientas; lo que más llega a sorprenderme es que no es un mundo frío de código y estadísticas al contrario, me parece tremendamente humano se trata de entender cómo nos comportamos, qué necesitamos, qué problemas reales enfrentamos y luego viene el reto darles sentido a todos esos datos que producimos cada segundo.
Si eres de esas personas que se hacen preguntas todo el tiempo, que les gusta encontrar patrones, buscar causas, entender cómo funcionan las cosas… entonces este mundo te atrapa. Es muy difícil no emocionarse con las posibilidades. El Big Data está en todos lados: en la economía, la salud, la política, el entretenimiento y eso lo hace aún más apasionante, tal vez lo que más me motiva es saber que esto no es una moda. El análisis de datos está transformando industrias enteras, cambiando la forma en que tomamos decisiones y cómo entendemos el mundo. Ser parte de ese cambio, aunque sea en una pequeña escala, me parece una de las cosas más estimulantes que uno puede hacer hoy.
En resumen: no se trata de números. Se trata de lo que hacemos con ellos y eso sinceramente, me fascina.